Un carnaval que se precie es una exhibición de tipos de lo más variopintos, donde la rareza, la originalidad y hasta la extravagancia son aplaudidas y celebradas.
Quedarse sin ideas novedosas o perder algunas de las que gozaban de mayor éxito son signo de una “decrepitud festiva” que nadie querría en sus filas. Esta pérdida es tristeza frente a la alegría propia de la imaginación que vuelve a hacer de las suyas sorprendiendo con su exuberancia al personal.
Hoy 22 de abril se celebra el “Día de la Madre Tierra” para recordarnos que la vida en nuestro planeta es el gran referente de la diversidad, que cada especie que desaparece es un color que nunca más veremos y un sonido que ya jamás escucharemos.
Sabemos que cuando decimos que aquí cabemos todos contradecimos las mismas leyes de la evolución, pero aún nos quedan energías para luchar por lo imposible. Debe estar grabado en nuestro espíritu carnavalesco.
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